Mi barrio es un barrio de película. En el que de película en película o de calle en calle puedes pasar por diferentes emociones sin necesidad de dejar tú día a día. El tranvía te lleva en dirección a “Mago de Oz” y quizás nos acompañan en el trayecto un espantapájaros que habla, un león cobarde o un hombre de hojalata. Quizás estén observándonos, esperando que cualquiera de los pasajeros seamos como Dorothy y nos dejemos arrastrar por un tornado hasta una tierra de fantasía para vivir mil aventuras.
Según en qué parada te bajes puedes vivir una experiencia diferente. En la parada del Paseo de “Los Olvidados” de nuestro universal Luis Buñuel, nos trasladamos a un barrio marginal de la ciudad de Méjico. Y a lo mejor, lleguemos a conocer a Jaibo y nos escapemos con él de un correccional para unirnos a la pandilla de Pedro y hacer justicia de las injusticias.
En la parada de “Los pájaros” están Melanie y Mitch huyendo de una gavilla de cuervos esperando que les ayudemos de alguna forma. Mientras que en dirección contraria, en la parada de “La ventana indiscreta”, frente al consultorio médico, quizás L. B. «Jeff» Jefferies nos observe desde una ventana intentando descubrir un posible asesinato en las vías del tranvía.
En la parada de “Cantando bajo la lluvia” el otro día, cuando venia del centro, me pilló un aguacero y me quede un momento bailando con Don Lockwood y Cosmo Brown hasta que el semáforo se puso en verde. En la parada de enfrente, “Un americano en París” muchas noches está un hombre esperando al tranvía, y en alguna ocasión me ha preguntado si el tranvía tiene destino al barrio de Montmartre. Quizás sea el mismísimo Jerry Mulligan y el día que me caí en las vías del tranvía, entre todas las personas que me ayudaron a levantarme se encontraba él. Me pareció que se despidió con su eterna sonrisa y se fue corriendo de nuevo a la parada del tranvía, esperando que por fin le llevara a su destino.
Porque mi barrio es un barrio de película, todo puede suceder. Por las mañanas tomo café en la avenida “Casablanca”, y a veces, me cruzo con Caleb Trask y Rick Blaine, sentados en una mesa, tomando un whisky contándose sus penas. Cuando voy a comprar, de vez en cuando, me encuentro al sheriff John T. Chance buscando a Dure para ir a detener a Colorado Ryan. Siempre le tengo que explicar que Dure debe estar al doblar la esquina en “Río Bravo”. Con una sonrisa, le recuerdo que el enfrentamiento lo tiene ganado, pero que no se confié, que no se olvide de llevar dinamita. Por la calle detrás de mi casa baja Nina que va de camino a “Veracruz” y al llegar a “Desayuno con Diamantes” se encuentra con Holly Golightly desorientada buscando el escaparate de Tiffany’s. Al final, terminan las dos tomando café con cruasán en la cafetería de la esquina.
Cuando estoy en casa, algunas tardes escucho pasar una diligencia, quizás vaya de camino a Lordsburg (Nuevo México) y por un error de cálculo se ha desviado y ha llegado a Valdespartera. De vez en cuando, el insólito vehículo, para que sus pasajeros puedan estirar las piernas y dar de beber a los caballos. Aprovechando los nuevos estacionamientos que han hecho en la acera de mi edificio. Alguna vez, he bajado a conversar con los ocupantes de la diligencia, que casualmente pararon por la calle “La Diligencia”, para saludar a Dallas, una prostituta, y a Josiah Boone, un médico borracho, que fueron expulsados de Arizona. Pero también a la señora Lucy Mallory, mujer de un capitán de la caballería, que está embarazada y que va a reunirse con su marido; Ellsworth Gatewood, un banquero que supuestamente tenía que cerrar un negocio pero que en realidad se ha apropiado de dinero de su banco, y Hatfield, un antiguo soldado confederado que en esos momentos se dedicaba a ser un jugador de ventaja y pistolero, antiguo amigo de la familia Mallory, y que decidió ponerse al servicio de la señora Mallory; y finalmente Samuel Peacock, un comerciante de alcohol.
Qué sé yo, a veces me pierdo por las calles de mi barrio y no sé si es mi imaginación o es que mi corazón ríe de contento; porque mi barrio es un barrio de película, donde cualquier cosa puede suceder. Os imagináis que fuera verdad y en algún plano paralelo todos estos personajes convivan con los vecinos de Valdepartera.
Desgraciadamente lo único que pasa por nuestro barrio es que está lleno de gente incívica y egoísta.
Bueno, puede que haya también ese tipo de personas pero siempre prefiero quedarme con lo bueno. Para eso tenemos la creatividad y la ilusión, para sacarnos una sonrisa
Precioso relato, nos haces viajar en el tiempo…