Mi equipaje

Los recuerdos que forman mi equipaje

A lo largo de nuestra vida, todos tenemos un acervo de recuerdos que nos acompañan y que de alguna manera nos han ayudado a perfilar como somos hoy, nuestra forma de pensar y modo de sentir la vida. Entre los recuerdos que forman mi equipaje, y que de alguna u otra forma siempre me acompañan, está la audacia de la inconformista Concepción Arenal, y que todavía me la puedo imaginar por el hall de cualquier universidad falseando ser un hombre con pantalón y chaleco gris para asistir a clases de derecho. El contrasentido de todo lo establecido, en el recuerdo de Ángela García Rives que entre registros y libros fue la primera bibliotecaria española en 1913. Que me imagino paseándose por los pasillos de la Biblioteca Nacional observando cómo, más de un siglo después, se ha convertido en una profesión femenina con falsos estereotipos que nadie con algo de lógica puede entender. El compromiso y la valentía de seguir una ideología y pensamiento feminista en la figura de Clara Campoamor y Emilia Pardo Bazán que todavía hoy nos recuerdan que cada día debemos estar más unidas para defender los derechos de todas las mujeres. Qué en ocasiones se sentirían orgullosas por los logros conseguidos y otros momentos nos mirarían con cara – “pero todavía andamos así”.

En mi memoria, frases inolvidables de mujeres luchadoras y fuertes, que me animan a seguir adelante. Puedo Imaginarme paseando por el Paseo Independencia, a Simone de Beauvoir, gritando a los cuatro vientos – “una mujer libre es justo lo contrario a una mujer fácil”; y unos pasos más atrás entre un baile y una cojera, a Frida Kahlo con sus flores rosas superando todas sus imposibilidades y diciendo – “pies para qué los quiero si tengo alas para volar”.

En el arte me acompañan el surrealismo y el simbolismo de pintores, como Salvador Dalí que en “La persistencia de la memoria” me recuerda que la memoria al igual que el tiempo es moldeable pero siempre está presente. La sensación de asfixia de “Los amantes” de René Magritte que no quiero tener cuando me enamore y que los dos debemos de ser conscientes de cómo somos en realidad. La belleza de “El Beso” de Gustav Klimt que esconde un sinfín de matices. La sin razón de la guerra a través del Guernica de Picasso que me estremece ver el dolor que el hombre es capaz de generar a sus propios iguales.

En la literatura me acompañan la familia Buendía en el pueblecito de Macondo, donde Gabriel García Márquez encuentra generaciones y generaciones para escribir “Cien años de soledad” y para demostrarnos en todas las familias cuecen habas. Los campos de Castilla donde Antonio Machado nos nuestra entre campos de trigo la justicia divina frente a los actos del hombre. La habitación de hotel donde Gregorio Samsa, siguiendo las indicaciones de Kafka se sumergió en el viaje de la trasformación de hombre a parásito o era a la inversa no sé muy bien.

La locura de “Don Quijote de la Mancha” que entre gigantes y molinos transfiguro su propia existencia de la pluma de un manco que igual no debió ser manco sino con algún tipo dificultad en el brazo. Un “Poeta en Nueva York” donde tras un grito de horror, de denuncia contra la injusticia y la discriminación, contra la deshumanización de la sociedad moderna y la alienación del ser humano, Federico Gracia Lorca demandaba una nueva dimensión humana donde predominase la libertad y la justicia, el amor y la belleza.

Este es mi equipaje, en él siempre hay un espacio para todos ellos y que de alguna forma son lo más valioso que viaja conmigo.

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