«Los tiempos están cambiando»
En los años 60 en Estados Unidos, manada de hombres y mujeres inundaba las calles, vistiendo diferente a los demás, saliendo de todas las normas establecidas, siendo antimaterialista, anticapitalista y antiautoritaria, indudablemente antisistema. Ellos con “chiva”, boinas negras, anteojos negros y jersey de cuello alto, tocando los bongós creando un ritmo que invitaba a romper con todo lo establecido para crear un mundo nuevo. Ellas pantalones ajustados hasta media pierna, anteojos negros, camisetas anudadas al pecho, zapatos planos y pelo largo alborotado mostrando su rebeldía al mundo y bailando al son de los bongós a un ritmo frenético, delirante e hipnotizador rompiendo los límites de una sociedad que descartaba a cualquier persona que no siguiera un orden establecido.
La cultura beat nació a partir de una literatura que aborrecía los convencionalismos. Un nuevo estilo que anunciaba, que los tiempos estaban cambiando, descubriendo un ritmo y una danza de cuerpos que se refugiaba en el sexo y en las drogas para evadirse en la búsqueda de nuevos universos. Que iban al encuentro del placer, alejándose de los convencionalismos, fluyendo entre diferentes géneros, sin buscar otra cosa, que conectar más allá de un cuerpo. A través del éxtasis que producían drogas y afrodisiacos, les sumergía en un estado de huida voluntaria hacia una paz interior. La delirante realidad les abrumaba, la injusticia de una sociedad mercantilista donde todo tenía un precio hasta la vida misma, donde cada ser humano era un número sin valor y el honor de morir en un país extraño en nombre de ideales de una guerra sin sentido, más que el de dominar al débil. El imperialismo era una idea absurda que subsistía a costa de hambre y miseria. Los débiles debían fluir en un mar de manos alzadas para vencer frente a la sinrazón para tomar después las calles.
Hombres y mujeres persiguiendo eliminar cualquier forma de gobierno impuesto, donde el individuo tenga la potestad de regir su propia vida, se refugiaban en manadas para convivir en un estilo propio. Buscando nuevas guaridas como los animales huyendo del ser humano que les persigue. Se refugiaron en los campos y la naturaleza, desertando de una sociedad que, nunca les tuvo en cuenta, únicamente para parodiarlos y acusarlos de no estar dentro de unos cánones, que ellos mismos rechazaban.
La revolución de la cultural Beat comenzó al son de las canciones de los Beatles, Rollings, Dylan, Doors y se trasladó al mayo francés, el hippismo y el ingreso de la juventud de todas partes a la vida política. Al son de los beats ahora los lentos serian rápidos y el poder no les podría ignorar más, como decía la canción de Bob Dylan. Los senadores y congresistas, madre y padres de todas las tierras, deberían ser ignorados porque sus caminos estaban envejecidos y si no estaban dispuestos a tender una mano debía dejar paso a los nuevos tiempos, porque los tiempos estaban cambiando. El viejo orden debía desaparecer porque los primeros serían los últimos, porque los tiempos estaban cambiando como lo predijeron los profetas literarios Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William Burroughs, Gregory Corso y Neil Cassady…y no se equivocaron.
Pero sesenta años después, el mundo parece haber cambiado o quizás no tanto, como nos imaginamos. Todavía los poderos ignoran a los débiles, la mayoría siguen pensando que la globalización es un sistema que funciona, los seres humanos seguimos siendo números que ahora se estudian a través de cuanta ropa se compra en una temporada y la naturaleza nos comienza a preocupar por que se está revelando en nuestra contra. Igual es el momento de comenzar otra revolución que anteponga al ser humano y la Madre Tierra al poder de unos pocos.