Las alas de las mariposas

Llevo algún tiempo pensando en las mariposas, en su profundo proceso de transformación y en todo lo que simboliza. En un principio son huevos adheridos a las plantas que deposita una mariposa adulta. De cada uno de ellos nace una pequeña oruga, un ser que solamente se nutre para crecer, como su única función. Poco a poco se va envolviendo en su propia piel, formando la crisálida. Aletargándose, esperando el momento de poder tener fuerzas para romper su propio encierro. Para salir al exterior abriéndose a la vida tras la transformación; una simple oruga se ha convertido en una bella mariposa. En un primer momento, el insecto transformado comienza a estirar sus delgadas patas rompiendo la crisálida y dejando extender sus débiles alas.  Se ha realizado la transformación, el milagro de la vida, la naturaleza sigue su curso sin poner grandes obstáculos, solamente cumple su función.

Para muchas culturas la mariposa es sinónimo de alegría y paz por su belleza y colorido. Se relaciona con un viaje en el proceso de búsqueda del conocimiento, de su ser interior. La cultura celta relacionaba a las mariposas con las hadas, como seres sobrenaturales. Para los antiguos griegos la mariposa significaba la divinidad femenina primigenia y la sexualidad. Pero, para la mayoría de las culturas, la mariposa representa el alma. La diosa griega Psyche era representada con alas de mariposa, y simbolizaba la psiquis o el alma.

La cultura maya creía que el alma de los guerreros muertos en batalla o sacrificados renacían en las mariposas. Mientras que los indígenas de la tribu Baluba en el Congo, asociaban el ciclo de vida del hombre con el de la mariposa, la infancia era la oruga pequeña, la oruga grande era la madurez, la crisálida la vejez y la mariposa como tal era el espíritu.

Las mariposas son símbolos de transformación, representan el cambio y la evolución hacia algo positivo. En muchas ocasiones, simbolizamos los cambios evolutivos que realizamos a lo largo de nuestra vida con la metamorfosis de una bella mariposa. Nos centramos solamente en el resultado, sin pensar en que el verdadero proceso de transformación es aceptarnos tal y como somos. Sin esperar a que nos acepten los demás.

Aceptarnos es comenzar a respetar nuestras zonas más ocultas. Esas que nos hablan de cómo nos vemos a nosotros mismos. Es hacer visible esos sentimientos que nunca compartimos con nadie. Para comenzar a sanarlos, para creernos merecedores de todo lo bueno que la vida nos da, para poner todo nuestro amor y compresión en nosotros mismos. De esta forma, con el paso del tiempo, nos sentiremos mucho más ligeros y en nuestra espalda puede que nos crezcan unas alas o puede que sólo las sintamos nosotros. Unas alas símbolo de nuestro renacer, para tener una vida feliz y poder volar libre como una verdadera mariposa.

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