El símbolo del “Yin yang” representan dos fuerzas opuestas, y a su vez, complementarias que existen en el universo. El yin simboliza lo femenino, la oscuridad, la pasividad y la tierra; mientras que el yang alude a lo masculino, la luz, lo activo y el cielo. Para mantener un verdadero equilibrio, en un todo, deben existir los dos bríos. ¿Os imaginas la oscuridad sin luz?
Una oscuridad permanente, que no nos permitiera ver las cosas maravillosas que tenemos a nuestro al rededor. Una oscuridad que nos ocultara nuevos paisajes y nuevas gentes por descubrir. Que todo, en torno a nosotros, sucediera en la más completa oscuridad. No me gustaría nada, necesitaría de la luz para poder apreciar los colores, un paseo por el campo o simplemente leer un libro. Pero la luz también necesita de la oscuridad para no cegarse a sí misma, para dar sombra y refugio a lo viviente, para no opacar con su brillo todo lo hermoso de la vida. Necesitaría de la oscuridad para refugiarme de mis propios pensamientos y encontrar calma en la penumbra. Para después renacer como cada mañana a construir nuevos amaneceres. La inmensa luz necesita de la misma intensidad de oscuridad, para hacer visible lo que está oculto en nosotros mismos.
El equilibrio entre lo activo y lo pasivo. ¿Os imagináis una existencia siendo totalmente activos o totalmente pasivos en todo? En todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida. Sería una verdadera locura. Ninguno de nosotros podemos tener el mismo nivel de energía continuamente. Seguro que hay momentos de nuestra vida en que nos dejamos llevar y aceptamos libremente seguir a otra persona o hacer una determinada cosa como lo hace la mayoría, o simplemente necesita la ayuda de alguien que nos ayude a seguir. Porque lo hemos intentado tantas veces que ya no podemos seguir solos. Pero, en otras circunstancias, somos capaces de llevar la iniciativa, tomar las riendas de nuestra vida y perseguir nuestros objetivos sin preocuparnos de nada más que de nosotros mismos, porque saber es lo mejor que podemos hacer. Lo importante es poder hacerlo de un modo equilibrado, siendo nosotros mismos en cada momento.
En cada uno de nosotros existe un poco del yin y del yang. Las dos energías se complementan dentro de nosotros. Las mujeres tenemos un lado yang, más o menos marcado, que nos hace ser más o menos fuertes, determinantes y valientes en nuestras acciones. Mientras que los hombres tienen un dado yin, más o menos desarrollado, siendo más o menos empáticos, tolerantes y perfeccionistas. Lo importante es poder equilibrar en nosotros mismos nuestras energías, para poder fluir en nuestra vida de una forma más armónica y libre ante los continuos cambios que se nos presentan en nuestras vidas.
El símbolo del Yin yang nos recuerda que todo lo que existe tiene una contraparte que es necesaria para la existencia de cualquier tipo de equilibrio. En universo no existe lo inmutable, lo estático, sino que todo está cambiando continuamente, todo está en un continuo cambio, en un fluir infinito, armónico y equilibrado por las fuerzas del yin y el yang.