El otro día leí la historia del cuadro del pintor alemán Hans Sebald Beham «Hija amamantando a su padre muriendo de hambre en la prisión”. El lienzo está basado en una historia real que ocurrió en la época de Luis XIV. Un anciano fue declarado culpable por robar una barra de pan y fue condenado a una muerte trágica, como fue morir de hambre. El anciano permanecería preso sin recibir ningún tipo de alimento hasta que falleciera de hambre.
La hija de anciano detenido, al enterarse del dolor de su padre por no tener alimento alguno, pidió permiso a las autoridades para poder visitarlo diariamente. En cada una de sus visitas, los guardias registraban a la joven y al bebé de seis meses que llevaba en brazos, para que no portarse ningún tipo de comida que pudiera dar al reo. Ella no soportaba ver debilitarse poco a poco a su padre y decidió darle leche materna para mantenerlo con vida.
Habiendo pasado cuarto mes desde que el padre hubiera sido condenado, y al darse cuenta de que el condenado seguía con vida, las autoridades dispusieron realizar un seguimiento de cada visita que realizaba la hija a su padre. Después de seguir todos los movimientos que realizaban la joven en cada visita que realizaba al octogenario prisionero, las autoridades llegaron a la conclusión que la hija, y única visitante del anciano, en cada una de sus visitas diarias alimentaba a su padre con la leche materna destinada a su bebé.
Las autoridades competentes informaron a los jueces, que encontraron en la acción de la joven un verdadero acto de compasión y misericordia, y se apiadaron de la mujer viendo el amor que demostraba hacia su padre, pero también por su determinación frente a la necesidad de dar vida. Primero dando a luz a su hijo y al mismo tiempo haciendo todo lo posible para mantener a su propio padre con vida. Este hecho, hizo que los jueces ordenaron la liberación del anciano y su hija de forma inmediata.
Esta historia me conmovió, no solamente por el hecho de que una hija pueda salvar la vida de su propio padre mediante el propio amor que nace de ella misma; sino porque muestra la verdadera fuerza y voluntad que las mujeres tenemos ante los acontecimientos más dolosos que pueden suceder a lo largo de la vida. En la mayoría de las ocasiones no somos conscientes de nuestra propia fortaleza, ante determinados actos que realizamos en nuestro día a día. Quizás no salvemos la vida de una manera tan trágica como la historia del lienzo de Hans Sebald Beham, pero igual ha llegado el momento de reconocer la grandeza que hay en cada una de las mujeres que conocemos y en nosotras mismas. Sería un principio para danos el verdadero lugar que tenemos en nuestras vidas.
Muchas gracias por darnos a conocer esta historia tan bonita, no conocía el cuadro.
Alguien sabe donde exponen el cuadro ahora mismo?