Una buena niña

Una buena niña de piernas infinitas y risa sinfín

En una eterna espera, una buena niña de piernas infinitas y risa sinfín, encontraba mil motivos para reír a carcajadas jugando a cocinitas y a muñecas. No sabía que su turno estaba cambiado. Su día a día trascurría entre risas, juegos y un cúmulo de dudas que tardaría en resolver. Una niña curiosa y llena de vida que se encontraba en una eterna espera en un turno impuesto.
Una buena niña con infinitas ganas de saber, querías saber sin poder entender; querías llegar sin poder hacer. Solo querías saber, cómo su vida se pondría en marcha para andar su propio camino sin andar. En sus esfuerzos de ser igual, ser querida, resultaba más diferente y daba más trabajo. Sabia, sin saber, que iba a necesitar ayuda y que tan solo tenías que esperar el momento propicio. Cuando le decían — «tú de mayor estarás con mamá y papá» — callabas y se sumergía en tu eterna espera. Era tan solo una niña, una buena niña.
La buena niña andaba en paralelas blancas, llevaba botas de montaña para no doblar los pies y se reía viendo los dibujos animados. Todo le costaba mucho, todo era difícil pero si quería ser igual tenía que comenzar a no estar siempre con mamá y papá. Hacer todo como los demás, significaba ser un poco más igual y a la vez más diferente.
Cada etapa superada seguía teniendo las, exactas, mil dudas en la cabeza; dudas que nadie respondía. Ahora, con el paso de tiempo, desde la perspectiva de una mujer adulta, puede entender que igual son las mismas dudas que podías tener tú. Que a lo mejor, sus preguntas eran solo propias de su edad y no de la dificultad para hacer las cosas. A lo mejor, eran otros tiempos o a lo mejor, la niña buena, te salió más rebelde de lo que esperabas. Pero es que no podía dejar pasar la oportunidad, porque, a la buena niña, todo le costaba mucho y aunque seguía teniendo sus mil dudas dentro de su cabeza, solo tenía una cosa clara — «había nacido con dificultades pero iba a vivir».
En su esfuerzo por vivir se sumergió en un mar de vida y consiguió olvidar todas sus dudas, todas las esperas. Hasta que un día consiguió no recordar cómo se sentía antes, cuando todo le costaba tanto. Hubo un día que, la niña buena, comenzó a poder, comenzó a no tener dificultades, comenzó a entender que si creía en ella misma todo sería diferente. Solo necesitaba alejarse de las palabras que había oído toda su vida y empezar a hacer las cosas como ella sabía que debían ser para estar bien.
La mujer adulta que es ahora sabe que siempre irá de la mano de la pequeña buena niña, pero desde este momento sabe que cada noche puede tener una larga conversación con su buena niña y explicarle porque suceden las cosas, que para cada problema hay una solución, y sobretodo, que la vida siempre sigue porque es eso lo más maravilloso de la vida — «que la vida está para vivirla y la vamos a vivir».

Niña de piernas largas
y sonrisa sin fin
curiosa de preguntas mil
y un cúmulo de dudas.

Querías saber
sin poder entender
querías llegar
sin poder hacer.

Espera tu turno impuesto
con tu esfuerzo por ser igual
por ser querida
por ser admitida.

Y resultabas diferente
la que daba mas trabajo
la que esperaba sonriente
con el corazón a destajo.

Querías saber
sin poder entender
querías llegar
sin poder hacer.

Niña de piernas infinitas
y sonrisa sinfín
tu patria son mis ojos
y allí me veo feliz.

7 comentarios en “Una buena niña de piernas infinitas y risa sinfín

  1. Zara dijo:

    Me encanta, y me encantaría decirte que más personas como tú hacen falta, brillando con luz propia de infinito amor. Bendiciones cariño 🙏🏼🍀🐞🎊💕😘

    • Silvia Bardají Escriche dijo:

      Muchas gracias Zara, solo pretendo ayudar a otras personas atraves de mi experiencia. Si lo consigo de algún modo me doy por satisfecha 🙏🙏😍😘

  2. JORGE DANIEL TESTORI. dijo:

    La poesía en tus letras Silvia se torna en cada texto más suave y más fuerte, parecen adjetivos opuestos que tu magia y tu vida consiguen unir con gran creatividad.

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