Al ritmo imperioso de la armónica de Nico Wayne Toussaint & Tony Blues Band, las emociones van y vienen. Cada uno sentado en su asiento por el protocolo establecido. Comenzamos a sentir la música en el pecho. El corazón se acelera y sube la adrenalina. Resonando en todo nuestro cuerpo un ritmo diferente que hace de la inmovilidad una improvisada pista de baile.
Donde liberar y soltar cualquier tipo de energía retenida. Para dejar paso al sentir cada uno de los instrumentos que se individualizan dentro de nuestro cuerpo. Para comenzar un baile interior que hace remover todos los cimientos establecidos. Para comenzar todo de nuevo, con una energía renovada. La música conecta con nuestro cuerpo. Recordándonos nuestra interconexión con los latidos de nuestra madre.
Nuestro inicio a la vida comienza así y durante dos horas solo existe el sonido del blues y nosotros. El sonido grave del contrabajo nos marca un ritmo. Poco a poco se mete por el comienzo de nuestra columna. Haciendo vibrar nuestro cuerpo y recordándonos nuestra voluntad de vivir. Renovadnos nuestra energía. Enraizándonos con la tierra y con nuestro instinto más profundo de supervivencia. Estamos donde queremos estar y somos capaces de perseguir nuestro sueño. Porque esta noche el blues es nuestro sueño, todo lo demás no importa.
La música va subiendo suavemente por nuestras caderas. Marcándonos un paso que es imposible de dejar de seguir. Los acordes del bajo, nos muestra un movimiento que poco a poco se va abriendo camino hacia la cintura. Nos dejamos llevar por el placer y la creatividad que emana de nuestro cuerpo. El ritmo se va enroscando suavemente en nuestra cintura liberándola de cualquier atadura. Dejando salir toda nuestra fuerza, que hasta ahora había estado aletargada.
De repente todo nuestro cuerpo rebosa energía. Somos capaces de movernos al son de los focos que iluminan el escenario. Estamos abajo sentados, pero en realidad nos movemos por toda la sala. Estamos viviendo un proceso transformador y somos capaces hasta de volar. La guitarra electrónica remueve cada centímetro de nuestro pecho. Para dar paso a nuevas sensaciones, nuevas emociones. Para llenarnos de vida y poder danzar hacia nuevos sentimientos.
El sonido delirante de Nico Wayne Toussaint rozando la armónica nos inunda todo el cuerpo. Entre sus manos esconde a la perfección la unión de graves y agudos, que hace del resto de la música un perfecto envoltorio. Sentimos la velocidad del sonido en sus labios, el sudor empapando la espalda de su traje de alpaca gris y una gran sonrisa de felicidad en cada instante. Su imagen nos deja embelesado e inmóviles esperando su movimiento trepidante de su pierna de derecha indicando que todo vuelve a comenzar.
Que la fuerza y pasión del blues aún puede llegar más lejos. Que todo puede estar aún por comenzar y que nosotros podemos seguir volando por toda la sala, mientras él siga teniendo ese sonido delirante entre sus dedos. En el momento justo, hace con su voz un gesto cómplice a los parches de la batería, aplaudiendo junto a nosotros, haciendo latir nuestros corazones, dejando en nuestra memoria y en nuestro cuerpo mil sensaciones a ritmo de blues en una noche mágica.
Estimulante, dan ganas de ponerse a bailar, nos trasladas a la sala con tus palabras.